Jorge Leguizamón tiene 76 años y conoce lo que es el trabajo desde los 8, cuando cosechaba algodón y hacía empanadas junto a su madre para luego salir a venderlas, en su Chaco natal. A los 22 consiguió un empleo en blanco en una curtiembre de la provincia de Buenos Aires. Allí trabajó 23 años hasta que la empresa quebró y no lo indemnizó. Intentó sin suerte volver al mercado formal, entonces se dedicó a hacer changas en la construcción. Hoy cobra una jubilación mínima y "a pesar de los achaques", dice, continúa trabajando para sobrevivir y ayudar a sus nietos. Busca latas para venderlas y hace trabajos de jardinería. Una vez por semana se acerca a una parroquia de LumenCor, donde le dan una vianda de comida.

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